Dr. Abascal

 

Que difícil se me hace escribirte.

Que complicado será para la doctora Sanchez hablar de ti en pasado. Seguramente no lo hará, como todos tus amigos, pues no lo eres. Siempre has sido vanguardia.

Que rabia tu marcha.
Sobre todo, en este momento en el que necesitamos mentes claras, bien formadas y documentadas como la tuya, Juan Antonio.

Te gustaba mucho decir una frase que tus seguidores aprendieron de memoria” las cabezas están fatal y no tienen trazas de mejorar”.
Cuánta razón tienes Juan Antonio, por ello la desazón es mayor aún.

Tu familia, tus amigos, los pacientes te necesitamos más que nunca. Y el mundo, este mundo despistado necesita de capitanes como tú que con su seguridad marquen el rumbo correcto.
Se me hace muy difícil pensar en radio y no poder llamarte.

Hallaste un medio perfecto para ti. Tu inteligente manera de contar las verdades del barquero, halló en la radio su más apropiado vehículo.

Te adelantaste a las noticias que sobre salud se anunciaban meses mas tarde en otros medios. Adelantaste titulares sobre gestión política que se contaban como meras anécdotas o chascarrillos siempre preservando la fuente,
adelantabas a tus oyentes.

Pusiste sonrisas y nos regalaste tu fórmula de la felicidad. Tan generosidad siempre con amigos e incluso con los menos amigos.

Que difícil para la elegante mujer que te ha acompañado siempre, médico como tú, será no encontrarte en la consulta, el despacho, en casa, en el paseo. Sobre todo, que complicado para
María Pilar explicarles a tus sobrinas Carmen y Pilar, que estás arriba en el cielo como una estrella, mimándolas, aunque de momento no lo entiendan.

Eres, en presente, un médico, escritor, humanista, amigo al que admiro profundamente desde el día que te escuche presidiendo un acto en el salón de plenos de la Diputación Provincial e
Zaragoza. De esto ya han pasado diez años.

Como un gran señor te despediste, sin hacer ruido, con tu elegancia innata te has marchado.

Hasta el último día devolviste las llamadas, sin apenas voz, pero con la rotundidad de tu gran personalidad fusión de bajoaragonés, zaragozano y oscense que eras.

Quedan tus palabras en la radio, tus trabajos editados, muchos sin editar fruto de tu no querencia con el sueño.

Queda usted doctor Abascal quien tanto respeto el trabajo de esta humilde locutora que siente admiración por su trayectoria profesional y por su lado menos conocido, mas discreto
de apoyo directo a los más necesitados. Sin alaracas, siguiendo sus creencias, ayudo a equilibrar la pobreza en uno de los países mas pobres de la tierra sin darse pábulo.

Confieso que las lágrimas me acompañan desde hace días. Un talento como el suyo doctor, unido a su inseparable sentido del humor, dejan una huella imborrable. Ni el chocolate, que
usted como Ramón y Cajal, tanto recomendaba, es capaz de mitigar el dolor abierto.

Ayer el sobresalto y las muestras de cariño fueron infinitas. Y continuaran durante mucho tiempo. En tiempos donde la lealtad y la amistad verdadera son frágiles o inexistentes, usted es
ejemplo de que los valores que sustentan la sociedad existen.

Gracias por su generosidad, por su apoyo y su respeto, Doctor Abascal.

Gracias Juan Antonio.
Ahora, sinceramente, es más duro abrir el micro cada mañana.