La indiferencia, un estado de ánimo o sentimiento que nos impide acercarnos o rechazar a otros. Es el peor de los castigos a los que podemos someter a un ser humano.
Mujeres como Mamam lo saben. Pocos imaginan donde vice, que piensa, cuáles son sus sueños, su alegría o dolor.
A su alrededor lo que prima es la supervivencia diaria. A miles de km de su casa nadie conoce su nombre.
Mamam tiene 18 años. Posee la elegancia innata de los masáis, una inteligencia por encima de la media y una actitud que le honra.
Con enorme esfuerzo camino al colegio diariamente, km y km diarios. Estudio bachiller. Ahora se prepara para ingresar en la universidad.
Es un caso extraordinario en un país como Kenia. Ser mujer es este país, como en la mayoría de países del África subsahariana, es ser invisible, el último eslabón de la cadena.
Las mujeres desde muy niñas pasan a desarrollar tareas domésticas, cuidar de sus hermanos menores, acarrear agua, leña, cuidar el huerto… Por imposición familiar dejan de asistir al colegia en favor de sus hermanos varones.

A nosotros, desde nuestra comodidad, Mamam nos es indiferente, desconocida, sin rostro.
Sin embargo, desde hace más de 60 años, personas cercanas a nosotros, de nuestra comunidad de vecinos o parroquia, trabajan para que Mamam y otras jóvenes como ella alcancen su sueño.

“Odio quiero más que indiferencia” decía el poeta. Es una gran verdad. Ser indiferentes a quienes necesitan de nosotros será como esconder la cabeza en tierra dejando nuestro cuerpo al aire.

Hablamos en España, intensamente, de derechos para las mujeres. Nos cansamos de repetir mantras, que en gran parte la sociedad ha puesto en práctica desde hace décadas. A la vez, dejamos en el olvido a mujeres y niñas que si necesitan de esa lucha. Mujeres vertebradoras de la sociedad.

Esta pandemia que nos atrapa nos ha hecho alejarnos más todavía de ellas en un momento más duro si cabe para ellas.

La nueva campaña de la ONG Manos Unidas tiene como lema:  “ Nuestra indiferencia les condena al olvido”. Frase que debería ser un repulsivo para todos.

Imagina…has nacido en una aldea perdida de África. Eres mujer. Tienes sueños. Tu día a día sólo te permite acarrear agua, cuidar de tus hermanos… ¿Qué pensarías de aquellos que con muy ocho pueden ayudarte y no lo hacen?

Piensa en Mamam.
Pasar de la indiferencia a la acción es sencillo y gratificante.
Escucha a tu corazón. Tu pequeño gesto puede cambiar el mundo.